Agrobótica, el robot Inau y la revolución tecnológica en el campo argentino

 

Agrobótica es un neologismo que, según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se usa para designar “una interdisciplina que involucra a la robótica, la mecatrónica, que conjuga las ingenierías en electrónica, mecánica y de control, y la informática, con foco en la inteligencia artificial”.

El INTA cuenta con un equipo de robótica e inteligencia artificial que ha creado el robot Inau (“encuentro” en lengua mapuche) para trabajar en producciones de pequeña escala, que puede  desplazarse por un invernadero, diseñar sus actividades, hacer mapas 3D, aplicar fitosanitarios y fertilizar, eludiendo obstáculos, transportando insumos y con capacidad para medir humedad, temperatura y radiación. De acuerdo con sus creadores, “Inau es totalmente autónomo y se adapta a diseños de invernáculos para trabajar con cada planta. Las identifica, determina qué tipo de cultivo y decide la aplicación de las dosis de fertilizantes, por ejemplo, de acuerdo a la necesidad de cada ejemplar”. A esas capacidades está previsto que sume las de cosechar, cortar y podar, entre otras.

El INTA instaló también en Santa Fe el primer tambo robotizado del país y de Latinoamérica, con 40 vacas. El robot realiza todas las prácticas de rutina, ordeña, mide la producción, detecta problemas de mastitis y suministra alimentos.

Por otro lado, el INVAP junto con capitales privados han desarrollado FRONTEC, plataforma tecnológica que combina los avances de la ciencia aeroespacial, informática y agronómica para dar información para la toma de decisiones, la planificación, la gestión operativa y el monitoreo de cultivos.

Es evidente el impacto que la denominada AgTech  está teniendo en el campo, mediante la incorporación de drones, sensores, pilotos automáticos y otros dispositivos basados en IA, Big Data, IoT, etc. para organizar la producción, realizar tareas de fertilización y siembra, prevenir los efectos de las sequías o del granizo, controlar o eliminar plagas y malezas, analizar suelos y potencial productivo, generar mapas georeferenciados, monitorear peso y desplazamiento de ganado, realizar comercialización online y una gama cada vez más amplia de aplicaciones.

Como ocurre en otras áreas de actividad, en los encuentros de los productores, proveedores, tecnólogos relacionados con el sector agropecuario desde hace un tiempo se ha incorporado a la agenda el tratamiento de temas relacionados con las características y consecuencias de estos cambios sobre los diseños organizativos, las competencias laborales requeridas y la transformación o desaparición de los puestos de trabajo tradicionales.

En el pasado mes de julio ECORedes participó en un seminario-debate sobre prospectiva tecnológica en el sector agropecuario y agroalimentario nacional, organizado por el INTA, en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).  El encuentro permitió apreciar las perspectivas de los especialistas del organismo (que comentaron los desarrollos mencionados más arriba), de funcionarios y expertos  internacionales, de representantes del sector científico y de la actividad productiva, así como de proveedores de tecnología.

La conferencia magistral estuvo a cargo de Kevin LaGrandeur, profesor del New York Institute of Technology y autor del libro Surviving the Machine Age: Intelligent Technology and the Transformation of Human Work (2017), y el debate posterior fue moderado por la periodista científica Nora Bär. El conferencista reseñó los principales aspectos que han signado la evolución tecnológica en distintos sectores productivos, incluyendo la actividad agropecuaria, mencionando en particular aquellos con mayor impacto en las modalidades tradicionales de empleo.  En este sentido, destacó el creciente número de tareas que las máquinas logran ejecutar de modo más económico y eficiente que las personas. No obstante, señaló también que la historia muestra que las grandes revoluciones tecnológicas, al mismo tiempo que destruyen empleos tradicionales, generan nuevos empleos, derivados de la nueva tecnología. Sin embargo, no suelen ser movimientos sincronizados, y los desfases generan consecuencias que es necesario administrar.

En relación con esto, Federico Marty, representante de Microsoft, destacó que las máquinas por sí mismas no saben nada, que aprende lo que se les va enseñando para colaborar en el proceso de tomas de decisiones (al menos, en el nivel tecnológico actual, podríamos agregar). Por lo tanto, no reemplazan la experiencia y el conocimiento de quiénes las manejan, sino que complementan las capacidades humanas.

Otros participantes enriquecieron esta discusión con diferentes aportes. Gustavo Béliz, Director del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe (INTAL-BID) se refirió a la Revolución 4.0 como un nuevo escenario productivo en el que interactúan muy diferentes tecnologías capaces de hacer confluir lo físico, lo digital y lo biológico, configurando un nuevo paradigma productivo con gran potencial para simular distintos escenarios, realizar prospectiva,  hacer uso eficiente de recursos escasos y contribuir a la sostenibilidad.

En 2018 la Argentina tiene un protagonismo importante en este tema al nivel global, al asumir la Presidencia del G20 y definir como una de sus prioridades de agenda el trabajar por un futuro alimentario sostenible. Acaba de realizarse en Jujuy la cumbre de los líderes de I+D (investigación y desarrollo) de los países de ese grupo (MACS-G20), con foco en la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios.

Desde nuestro punto de vista -entre otras cuestiones centrales- estos encuentros ponen nuevamente sobre la mesa la importancia de de las acciones que -tanto en el plano público como en el privado- se realicen para explorar diseños organizativos, capacitar y actualizar los recursos humanos del sector para acompañar el cambio, al mismo tiempo que estimulen al sector educativo a anticipar las nuevas demandas que emergen aceleradamente.

Osvaldo Elissetche, Oct. 2018

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